LA REINA


Imagen tomada de Google


¿Les ha pasado que escuchan una canción y sacan su propia conclusión de la letra? Tal vez han sentido que, por más bella y pegajosa que le parezca a todo el mundo, a ustedes les provoca un tipo de inconformismo porque realmente no les cuadra todo lo que dice.

He tenido por años la sensación de insatisfacción que me produce “La reina”, interpretada por Diomedes Díaz. Cada vez que la escucho o alguien me habla de ella, no puedo quitarme esa sensación de que, más que un halago a la mujer amada, esconde insultos disfrazados de forma jocosa; un tipo de menosprecio y comparación que me resulta despectivo.

No piensen que tengo algo en contra de esta canción en particular; les aseguro que hay muchas otras que puedo mencionar y que también tienen una connotación machista, precisamente en función de su origen. Y, por supuesto, también puedo hacerles el ejercicio con cualquier letra de reggaetón u otro género, así que no es nada personal.

No es mi intención ofender a nadie, y mucho menos atacar o condenar al compositor de la canción, especialmente cuando se trata de una letra tan exitosa que ha alcanzado el estatus de clásico en la música vallenata. Supongo que su intención no era ofender a ninguna mujer, y mucho menos a la dueña de su inspiración.

Pero, cuando escribo, lo hago desde mi propio criterio y emociones. Eso no significa que esté en lo correcto, ni que mi juicio sea erróneo; todo depende de cómo cada persona entienda las cosas. De la misma manera, los compositores parten de sus propias vivencias y de todos aquellos sentimientos que los acompañan. Cada quien interpreta como mejor le parece, y hoy dedico estas líneas a cómo he percibido durante muchos años la canción en cuestión.

Pero antes, quiero recordar algunas bellas composiciones de este género que vale la pena mencionar por el sentido que conservan a pesar de los años.

El vallenato es un género musical que puede o no gustarle a la mayoría de las personas, pero es innegable que algunas de sus letras tienen un corte machista; y no estoy exagerando. Sin embargo, calculo que un 95% de sus letras están impregnadas de mucho sentimiento hacia la mujer amada.

¿Cómo olvidar a la “Alicia adorada” del compositor Juancho Polo Valencia, interpretada por el maestro Alejo Durán? “Pobre mi Alicia, Alicia querida, yo te recordaré toda la vida”, expresa el dolor que plasmó en su composición y el sentimiento manifiesto tras el fallecimiento de la musa que lo inspiraba.

La amistad sincera que dejó en evidencia Rafael Escalona se refleja en la canción que compuso a su gran amigo Jaime Molina, la cual empieza diciendo: “A dos amigos que se amaron con el alma, ¡Ay, ombe!”

Para no alargar la lista de hermosas composiciones, no puede faltar para mí “La creciente” del maestro Hernando Marín, interpretada en la voz romántica de Rafael Orozco: “Y así como en invierno un aguacero, lloran mis ojos como las tinieblas, y así como crecen los arroyuelos, se crece también la sangre en mis venas”.

El amor, un aguacero, la provincia, la naturaleza y la amistad, especialmente la mujer, fueron fuentes de inspiración en grandes composiciones de hombres que otorgaban sentido y valor a todo lo que los rodeaba, sin necesidad de mancillar el honor y la dignidad de sus musas.

Recuerdo que a principios de los 90, la canción “Tú eres la reina” fue todo un hit; no sé si por la letra o porque la cantaba Diomedes Díaz, pero todos los hombres querían dedicarla y muchas mujeres se sentían identificadas, esperando pacientemente que un enamorado las describiera en esas letras y proclamara su amor.

Debo decir que en ese entonces, y a mi corta edad, esa canción me parecía un cliché; era cantada por el perro y el gato. Mi molestia por esta canción no es nueva, como podrán leer. Cuando esta década terminaba, yo estaba cumpliendo la mayoría de edad y tenía permiso para ser cortejada (palabras de mi papá).

Cinco años después, la bendita canción seguía pegada como chicle. No faltaron los “enamorados” (así se dice en mi tierra para referirse a los pretendientes; “acabarropas” les decía mi papá a todos aquellos que tuvieran la osadía de querer conquistar a su niña consentida) que intentaron halagarme con una canción detestable para mí. Pecaron de inocentes, y hasta ahí llegaban las visitas y mi interés.

Miles de años después, y con un análisis más profundo de la letra, sigo pensando que tiene cierto desprecio disfrazado hacia la mujer.

Luego de este amplio preámbulo, les dejo los conceptos de "reina" para que tengan un poco más claro cómo deben ser utilizados:

  • Reina es un nombre femenino.
  • Reina es la mujer que contrajo matrimonio con un rey o que, por derecho propio, está en condiciones de ejercer la potestad real.
  • En el ajedrez, la reina es una pieza que puede moverse como cualquiera del resto de las piezas, con la excepción del caballo. Por eso se considera que es la pieza más relevante del juego, detrás del rey.
  • Reina es una mujer que preside actos y festejos (como una reina de belleza).
  • Reina es la hembra de algunas comunidades de insectos cuya principal función es la reproductora: abeja reina.

Me parece que estos conceptos han sido desfigurados cuando se utilizan popularmente, pero bueno, ¿quién soy yo para decirle a la gente lo contrario?

Aquí les dejo la letra de la canción, para que la lean detenidamente y saquen sus propias conclusiones, al finalizar la imagen les expreso las mías.

 

 



Estoy de acuerdo en que no todas las mujeres tenemos el mismo tipo de belleza física, pero desmerecer a la susodicha en una comparación con otras mujeres no me parece romántico. De hecho, pienso que fue una forma sutil de decirle que es poco agraciada o de belleza diferente, sin que esta se sienta mal. No entiendo a qué carajos se refiere cuando habla de “poderosa”. ¿Será que continúa haciendo un paralelismo? Es decir, poderoso/a define a una persona que tiene autoridad para mandar, dominar o influir sobre otros. También define a alguien rico, así que parece que esta pobre mujer no tiene ningún tipo de fortuna material, y mucho menos inmaterial. Es como si fuera una "patas en el suelo" a la que este señor le está haciendo el favor de quedarse con ella, porque fue la única que estuvo a su lado en todas sus luchas. Y, pues, no habiendo más, ella es la merecedora de su amor y compañía.

Cuando se refiere al “honor” de su musa, ¿será que esta mujer tenía una reputación cuestionable? De ser así, he de suponer que ella no tenía cualidades morales para actuar correctamente, y por eso él ponía en duda su dignidad. A pesar de todo eso, ella era la reina. Vaya uno a saber, pero yo lo interpreto de esa manera. Continuando con otra estrofa, la señora no tenía ningún tipo de posesiones. ¿Era pobre acaso? Si lo era, no habría ningún lío, pero si prefería una mujer acaudalada, lo más sensato era buscar una de ese tipo. Aun así, ella le enseñó a su amado a vivir el día a día. Tras de todo, parece que juntos tampoco es que tuvieran un futuro prominente, pero ¡buenoooo! Los unía el amor.

El enamorado le pide que sean felices mientras les dure, ya que la dicha es de instantes (esos instantes deben ser aprovechados hasta que aparezca una tercera en cuestión; bueno, hasta que el tipo se enamore de otra, en resumidas cuentas o que, ¿se muera alguno de los dos?). Eso sí, no sin antes decir que con ella no quiere fiesta, lo que en costeño traduce: que no quiere que nadie más se la toque ni se la mire. Claro, él puede fijarse en cualquiera y ser infiel, pero que nadie se atreva a mirar a su mujer. Aquí vemos el machismo a flote, con carácter posesivo.

Como si fuera poco, él dice que ella no le pide ni le exige nada por su amor. Bien entendido sea que no se trata de mendigar el sentimiento, bien recibido sea. Y peor para ella si recibe migajas. Eso es algo personal; solo no entiendo la satisfacción de no recibir a cambio lo mismo. (Yo sé que el resto del mundo es desinteresado emocionalmente; sorry, a mí me gusta la reciprocidad). Al final, pone como testigos de su amor a todos los sinvergüenzas que andan con él, parrandeando (es decir, de fiesta en fiesta) y solapando sus infidelidades. Está más que claro que ella lo sabe y por eso pelea con todo aquel que se lo recuerde.

De todas maneras, ella tendrá que agradecerle al fulano porque, tarde o temprano, terminará llegando a su casa, enguayabado, obviamente, después de haber andado con otras mujeres. Al final, resulta que el título de “reina” no aplicó por ninguna parte. Entonces… si usted no participa en concursos de belleza, no es un insecto, por sus venas no corre la sangre real, no ha sido nombrada reina consorte y tampoco es una pieza de ajedrez; permítame decirle que usted no es reina de nada ni de nadie. A menos que ese sea su nombre y todo el mundo deba llamarla así. No se deje engañar, ni se engañe a sí misma cuando le dediquen este despropósito de canción. No se emocione con insultos.

Así que, ¡NO, NO y NO! Definitivamente, jamás podré estar de acuerdo con esta canción. Y bien saben quiénes me conocen que para nada soy feminista. Para mí, nadie está por encima de otra persona, sin importar si es hombre o mujer, ni tampoco en la región en la que vivan.

A pesar de que hoy en día quieren justificar infidelidades porque forma parte de X o Y cultura, me parece que están cruzando una línea peligrosa. Lo más preocupante es que disculpan sin pudor cualquier tipo de aberración hasta el punto de normalizarlo.

Mal haría en criticar la cultura de donde provengo. Soy de Valledupar, una ciudad de la costa Caribe que no tiene mar. No viví muchas de sus costumbres, debido a que tuve una crianza distinta. Mi papá solo se casó con mi mamá y, cuando enviudó, solo se dedicó a educarme. No tuvo “por cultura” la necesidad de meterse con varias mujeres, ni de salir a emborracharse y tener hijos fuera del hogar. Por lo tanto, no vi ningún ejemplo machista en casa.

Sin embargo, es inevitable no criticar lo que he conocido de cerca. En mi familia, y sin importar los principios y valores inculcados, había una mujer que fue amante de un fulano que ya tenía otros dos hogares. Según ella, era normal que un hombre, entre una parranda y otra, pudiera conquistar a todas las mujeres que quisiera, y todas eran permisivas, siendo conscientes de la situación. Conocí casos en los que este fulano se perdía un fin de semana, y todas sus mujeres se comunicaban entre sí para saber con cuál de ellas estaba. “Ve Pacha, ¿está contigo Mengano? No, Mija, debe estar con María porque acá no ha venido. Llámala a ella y después me cuentas”. Todo esto a fin de no esperarlo y estar tranquilas, aunque las mujeres también tenían sus límites.

Además, sé de muchas que permitían que el tipo llevara a sus hijos a conocer a los hijos de las otras, por aquello de los lazos sanguíneos. Aunque pienso que lo hacían esperando que los hijos no salieran igual de sinvergüenzas que él y terminaran enredándose entre ellos. Recuerdo una vez que me encontré en una fiesta con un primo solterón que pasaba de los 40, cuando yo tenía apenas 18. Hacía mucho que no nos veíamos y me invitó a bailar. Pensé que me había reconocido, pero en realidad comenzó con el coqueteo. Tuve que decirle: “Carajo primo, ¿no me recuerdas? Soy la hija de Francisco”. Palideció y no pudo con la vergüenza; no duró más de una hora en la fiesta después de eso.

Cuando llegué a casa, se lo conté a mi papá, y al día siguiente salió a buscarlo para ponerlo en su lugar. Dijo: “Si eso hizo contigo, que eres pariente y debía conocerte, como no hará con las hijas ajenas. ¡Es repudiable!” En mi tierra, también es normal que los señores mayores quieran salir con muchachitas, estén solteros o no, porque culturalmente está permitido.

Me perdonan, pero ese discurso que empodera al machismo porque es algo “cultural” me sabe a cacho y es una completa vagabundería. Muchas mujeres en mi región siempre hablaban del machismo que les tocaba vivir, pero eran condescendientes con ese sufrimiento que solas se provocaron. Sonará fuerte, pero siempre me he preguntado: ¿Dónde está establecido que es culturalmente aceptable compartir un pipi y sentirse conforme con esa situación siendo mujer?

Parece que muchos hombres quieren emular la vena árabe con un harén, y las mujeres debemos aceptarlo. No pueden mantener a una sola mujer y buscan dos más. En nuestro país, y hasta donde tengo entendido, en ninguna de sus tantas culturas hay algo parecido a la esposa real, ni tampoco esposas secundarias. Se llaman amantes y punto.

Lo que sí considero cultural es la costumbre de distorsionar todo para justificar ciertos comportamientos. Me da pena, señores, pero tengo que informarles que todo ha evolucionado y las mujeres no somos objetos o mercancía para utilizar a conveniencia. No perdemos valor a su consideración; aprecien a sus señoras y dejen de buscar amantes cuando a estas se les empieza a notar el paso de los años. Ellas no necesitan reemplazo, solo respeto. Ustedes tampoco serán jóvenes para siempre, y de hecho, algunas muchachitas se aprovecharán de ello para sacarles dinero.

Dejen de aferrarse a culturas que no son nuestras y no vengan a llamarnos reinas porque, de acuerdo a la cultura, es normal hacerlo, o según una canción, todas somos coronadas por un fulano que de rey no tiene ni el apellido.

Estoy segura de que para muchos paisanos este post generará roncha, como dicen en mi tierra. No tengo la más mínima intención de provocárselas; en todas partes y por cualquier tema siempre habrá afectados. Pero no soy responsable del sentir ajeno ni del guante que los noquea. Cada quien es consciente de las cosas que hace y de las razones por las cuales se siente aludido.

Mujeres, dejen de creer en todo lo que les dicen a través de una canción. (Si yo les contara la cantidad de canciones que me han dedicado sin ningún tipo de valor, nos sentaríamos a llorar todas). Algunas letras son muy bonitas, pero analícenlas primero. No sea que las estén insultando a través de ellas, mis queridas reinas sin corona.

Como parte de mi auto expiación, reconozco que he cantado algunas estrofas de esa canción para decirle "FEA" a una que otra mujer. ¡Mea culpa!


Ale Acosta.

Contadora de profesión, Twittera por vocación y ahora escritora de mis propias historias como método terapéutico. 

Comentarios

  1. Hola Ale... contaste la verdadera historia vivida por el cacique de la junta Diomedes Diaz (rumbero, mujeriego, machista) la realidad bien contada

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  2. Buena noche Ale, poco o nada escucho esa música , llego a la conclusión que Diomedes Díaz tenía un ego muy grande, ese tema fue un éxito total pero casi nadie analiza la letra.

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  3. Y, 🎵🎶me guardas pa'l guayabo un jugo de naranja🎶🎶

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  4. Buenos días Ale, Hoy que es domingo, y tuve más tiempo para leerte: Aquí estoy. No conocía la canción, la he escuchado y realmente su letra, como dices, esconde y mucho. Excelente reflexión. Gracias por tu entrega, un gran abrazo: tu seguidora de Parler desde Argentina.

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    1. Kelly muchas gracias por tomar un poco de tu valioso tiempo para leerme, ahora que estamos sin Parler, cuéntame si tienes tw para seguirnos. un abrazo.

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