LAS
(DES)EMPODERADAS
(Parte I)
Cada cierto tiempo —o mejor
dicho, cada año—, hay palabras que se ponen de moda. Es parte de los cambios y
la evolución en nuestro lenguaje y sociedad. El año pasado, por ejemplo, nos
metieron hasta por las orejas "empatía" y "reinvención" con
todas sus variantes. Sería insensible de mi parte decir que fueron solo una
moda en medio de una pandemia que nos cambió la vida a todos. Pero, la
humanidad sigue siendo la misma, y esas bellas palabras se pierden entre el ego
de algunos y la decepción de otros, cuando se dieron cuenta de que algunos
avivatos abusaron de sus buenas intenciones.
La moda del empoderamiento
Bueno, este post no es para
hablarles de las palabras más usadas del momento. No. Hoy vengo a hablarles de
una que no es nueva, pero que sigue vigente: “empoderamiento”. Y si le sumamos
"femenino", ¡boom!, tenemos el combo perfecto para el debate. Con
este término se ha construido un contexto, un movimiento social que, hoy día,
ha terminado en degeneración gracias a un grupo de mujeres que creen que el
aborto es un derecho y que mostrar sus cuerpos, destrozados por daños que solas
se ocasionaron, es una forma de protesta (crucifíquenme si quieren, pero
siempre defenderé el amor propio y el respeto al cuerpo ajeno... aunque esas
féminas no se ayudan).
Este es un tema moral, derivado
de libertades malinterpretadas y de la alcahuetería de legisladores
ideológicamente populistas. Y sí, lo sé, es casi imposible (falso: es
completamente imposible) no incluir política en lo que uno escribe. Lamentablemente,
forma parte del combo.
Introducción al Fenómenino
(mezcla entre fenómeno y femenino)
El empoderamiento femenino no es
un invento de los 2000, como los millennials y la generación de cristal creen.
Tampoco es un concepto nuevo traído por las feministas "locas de
garaje" que han aparecido últimamente. Desde 1995, que yo recuerde, ya se
hablaba del tema. Y si nos vamos más atrás, el término comenzó a usarse en los
años sesenta, con el movimiento feminista. Fue también una estrategia de las
Naciones Unidas para que las mujeres tuviéramos igualdad de condiciones con los
hombres en todos los ámbitos sociales y laborales.
El problema es que, entre
empoderamiento y liberación femenina, el mundo actual ha tergiversado todo y se
ha armado un desmadre. Más adelante les cuento un poco de historia sobre cómo
llegamos hasta aquí.
El tema de este post no es
hablar del empoderamiento en sí, sino de cómo la sociedad lo percibe y asimila.
Esa misma sociedad que un día te alaba como mujer y te otorga la investidura de
poder, luego te lo arrebata con cuestionamientos y críticas sobre la fortaleza
con la que decides y demuestras vivir tu vida.
La Nueva Fobia de Twitter:
Mujeres que Intimidan
Por ejemplo, la razón por la que
estoy escribiendo esto: un día, en Twitter, una chica trinó que
"intimidaba a los hombres" haciendo referencia a logros. La lluvia de
burlas, insultos y comentarios despectivos no se hizo esperar. Supongo que el
hecho de decir que viajaba, trabajaba y era económicamente independiente fue
suficiente para activar la ponzoña de la comunidad twittera. Y aquí, tanto
hombres como mujeres se lanzaron al ataque.
A partir de ese comentario,
decidí analizar el falso empoderamiento y deconstruirlo. Somos muchas las que
hemos vivido en carne propia los ataques de esa misma sociedad que, un día,
clamaba a gritos por empoderar a las mujeres, pero al siguiente, cuando ellas
finalmente lo lograban con toda su tenacidad, eran vistas como inalcanzables,
presuntuosas y antipáticas.
La única forma de quitarle el
poder a una mujer y destruir todos sus méritos es mediante la destrucción
moral. Y todos saben de qué hablo. A cada mujer que se atreve a presumir la consecución
de sus metas, siempre le encuentran la manera de descalificarla.
Personalmente, no soy fan de la
palabra empoderamiento, y lo digo abiertamente, aunque me pueda equivocar. Para
mí, no es más que la burda idea de otorgarles a las mujeres espacios que, según
esta visión, no lograrían alcanzar por sí solas. Es como si estuviéramos
incapacitadas y los hombres debieran ceder ante nuestra
"incompetencia".
Siempre he creído que, para
reivindicar derechos, no es necesario exponer al grupo social que los pide como
una minoría. Si hablamos de estadísticas, en el mundo hay más mujeres que
hombres, y aun así, parece que no contamos con el potencial suficiente para
sentirnos libres y competentes de alcanzar un espacio dentro de la sociedad por
nuestra propia cuenta.
Claro, sería absurdo negar que,
gracias a la lucha femenina por la igualdad de género, se ha llegado a espacios
que antes eran inimaginables. Solo digo que me parece ridículo tratarnos como
desvalidas, en lugar de aceptar que tenemos las mismas capacidades que los
hombres.
Ahora bien, volviendo al caso de
la chica que fue ridiculizada —principalmente por otras mujeres— por hablar de
su independencia, déjenme decirles que es una situación cotidiana. El machismo
sigue existiendo y no se trata de regionalismos, sino de cultura. No solo es
algo de "nuestro país". De hecho, en mi opinión, el machismo está
relacionado más con las mujeres que con los hombres.
Estereotipos y Roles de
Género
Fueron nuestras "hermanas
de género" quienes, en la antigüedad, educaban a los hijos varones para ser
figuras dominantes. A las niñas, por otro lado, las formaban para ser
delicadas, cultas, muy virginales, damas en toda regla. Vivían en función de
ser esposas, luego madres, y, en general, amas de casa. Para mí, ahí es donde
comienza la desigualdad y las discrepancias.
A las niñas se les enseñaba e
imponía que debían llegar vírgenes al matrimonio. A los varones, por supuesto,
no se les exigía lo mismo. ¿Por qué? Porque solo eran estereotipos. A las
mujeres se nos enseñaba a realizar los quehaceres del hogar; a los hombres, por
el contrario, no. Los regalos para los niños tenían un enfoque muy masculino:
soldados, carros, vaqueros, figuras de poder. Para las niñas, todo giraba en
torno a la crianza y el hogar: muñecas, vajillas, máquinas de coser.
Para mí, es un total
despropósito crear esas diferencias tan absurdas. Pero, ¿cómo juzgar a esas
mujeres por educar a sus hijos de esa forma? Ellas fueron educadas así por sus
madres, y sus madres, por sus abuelas. Es una cadena de nunca acabar, que se
transmitía de generación en generación porque todas seguían las mismas reglas.
La imposición o tal vez una
interpretación errónea de estas costumbres hicieron que las mujeres quedáramos
sometidas al yugo masculino. Aun así, siempre ha habido una brecha
generacional. Entre mi hermana mayor y yo, por ejemplo, había una gran
diferencia de edad. Cuando murió mi madre, ella ocupó su lugar y, obviamente,
me educó tal como lo hicieron con ella.
Sin embargo, en nuestro hogar
nunca nos obligaron a meternos a la cocina. No era obligatorio saber cocinar,
lavar o planchar, pero sí debíamos aprender a hacerlo para no ser inútiles. Por
otro lado, mi papá me regalaba libros. Me enseñó a leer y a escribir antes de
ir a la escuela, algo que nunca hizo con mis hermanos mayores.
La mayor preocupación de mi
padre era mi educación. De esa forma, yo podría valerme por mí misma y no
depender de ningún hombre, ni siquiera de él. Tenía claro que, en cualquier
momento, podría faltar, y la niña de sus ojos quedaría a la deriva. Como en ese
entonces era menor de edad, recibiría una pensión y quedaría a cargo de alguien
más.
Yo fui el producto de ese cambio
de pensamiento de mi papá. Tal vez porque mis hermanos, aun siendo mayores,
casados y con hijos, seguían viviendo de su bolsillo. Tal vez porque yo fui la
menor y consentida. En todo caso, le agradezco a mi viejo todo lo que soy,
especialmente mi forma de pensar.
La historia nos ha demostrado que, en cada época y
campo profesional, hubo una o varias mujeres que se destacaron. Mujeres que se
saltaron todas esas normas impuestas y fueron la brecha de sus respectivas
generaciones. Lograron brillar por sus capacidades e inteligencia, sin importar
los señalamientos o la marginación de los hombres.
La sociedad en general no ha desplazado la
superioridad masculina, como les decía. Es cierto que esta misma sociedad ha
intentado empoderar a las mujeres para crear una igualdad de condiciones, pero,
en la práctica, esos derechos, deben seguir aun exigiéndose. No nos digamos mentiras.
Mujeres marcando la diferencia
Hoy en día, se les pide a los grupos políticos que
haya la misma cantidad de mujeres que de hombres para lograr esa igualdad. En
2018, Islandia fue el primer país en aprobar una ley sobre la igualdad salarial
entre hombres y mujeres. Pero, como todo en la vida, hay que buscar el lado
amable a las cosas. De no haber sido por la Primera y la Segunda Guerra
Mundial, cuando los hombres se iban a los campos de batalla, las mujeres —por
pura necesidad y la falta de mano de obra— comenzaron a emplearse y ser
aceptadas en puestos laborales que antes solo ocupaban los hombres, dejando de
lado el ámbito doméstico.
Si no fuera por Eleanor Roosevelt, ex primera dama
que formó parte del comité que redactó la Declaración de los Derechos Humanos,
el principio de igualdad de género no se ha incluido. Y gracias a la política
india Hansa Mehta, el texto original que ha de aquí a los hombres. Se buscaba,
de esa forma, que hombres y mujeres se seguían integrados por igual en esa
expresión. Eso sí era inclusión de género, no las estupideces que hoy se repiten
los mamertos adoctrinados.
Muchas otras delegadas hicieron aportes valiosos en
la Declaración Universal. Por otro lado, la ONU tuvo que declarar recientemente
una fecha como el "Día Internacional de la Igualdad Salarial", para
que no se olvidara y se tuviera en cuenta a las mujeres en ese sentido. Por
cierto, ese día es el 18 de septiembre y se celebra desde 2020.
En nuestro país, tenemos una ley contra el
feminicidio. Son avances, claro, en favor de la mujer y de la igualdad de
género. El punto es: si no hubiera una normatividad de por medio, se seguirían
vulnerando nuestros derechos. Si no hubieran existido guerras y tragedias que
demostraron nuestra valía, tampoco existirían estos avances.
La sociedad quiere convertir
todo en polémica. Primero, porque se ha vuelto imposible aceptar la opinión o
la verdad de los demás sin cuestionarla previamente. Y segundo, porque,
contradictoriamente, todos podemos y tenemos derecho a opinar, pero si lo
hacemos, estamos expuestos a la crítica. De alguna manera, eso nos hace creer
que tenemos cierta superioridad. ¡Oh sorpresa! Para criticar no hay
discriminación ni desigualdad, y ni se atrevan a decir lo contrario. La
realidad sea dicha: las mujeres criticadas o no, seguiremos marcando la
diferencia.
Volviendo al caso de la chica
de Twitter y la forma en la que usó la palabra intimidación
Lo que me parece más patético
son esos crímenes de odio entre las mismas mujeres. Me refiero al sesgo que
existe entre nosotras, en una época en la que se desgastan hablando de empatía.
Yo no veo respeto ni apoyo por nuestro mismo género en ninguna parte. De hecho,
leí comentarios "graciosos" de mujeres que decían intimidar con su estatura,
otras con su belleza e incluso con su forma de comer, también fueron
cuestionados por las mismas mujeres.
Pero hubo comentarios peores y,
a mi parecer, vergonzosos de mujeres que afirmaban que intimidar era tener
hijos enfermos y sacarlos adelante; que intimidar era salir a trabajar para
mantener a los niños porque eran madres solteras. ¡Momento! Si intimidar
significa causar miedo o temor, ¿entonces esas señoras sienten miedo o quieren
infundir miedo por cumplir con sus responsabilidades? Creo que están mal
enfocadas. Alabo su dedicación como madres, pero el verdadero poder es
enfrentar los desafíos. Cada situación es única, y no podemos usar los nuestros
como bandera para atacar a otras mujeres que se han superado en otros aspectos
de la vida. La intimidación no viene de ser madre, sino de demostrar al mundo
que puedes con todo sin victimizarte por tu elección.
Y con "vergonzoso" me
refiero a pretender usar sus responsabilidades como excusa para atacar a
alguien. En este caso, a otra mujer que ha logrado superarse gracias a su
esfuerzo y trabajo. ¡Al carajo con todas ustedes y sus resentimientos!
No tiene absolutamente nada de
malo decir que intimidas a los hombres por tus logros. No es una verdad
absoluta, pero tampoco es una mentira. Es su verdad, y muchas lo hemos vivido.
Bien por todas aquellas mamás luchonas que sacan adelante a sus bendiciones sin
quejarse. Luchan porque saben que cometieron el error de elegir mal a un hombre
que las abandonó con sus hijos, pero no por eso van quejándose de su situación.
Aplaudo sus esfuerzos. Y no
olvidemos a aquellas que decidieron ser madres solteras porque así lo
quisieron. Eso también es normal y tiene un gran valor.
La crisis de los hombres que
se sienten intimidados
Para los señores también hay, no
se preocupen. A todos los que criticaron, también les toca lo suyo en este
post.
Es cierto que siempre se ha
tenido la premisa de que el hombre debía ser el proveedor del hogar y la mujer
la cuidadora del mismo (algo así como una vigilante, niñera, y en resumen, una
empleada sin sueldo). Así lo dice la Biblia: el hombre como cabeza de la mujer
y del hogar. El problema es que la humanidad tiende a interpretar todo a su
conveniencia.
No solo se le hace a ese rol de
proveedor económico. Las escrituras también se incluían, dentro de ese rol, la
estabilidad familiar. Y eso significa cuidar la educación, los sentimientos, la
armonía, el amor y el respeto hacia la pareja y los hijos. Solo que, con el
tiempo, todo ha cambiado. Hoy en día, tanto hombres como mujeres estamos en la
capacidad y libertad de trabajo para sacar el hogar juntos.
No afirmo, pero tampoco dudo,
que a Dios le moleste el rol de la mujer trabajadora. De todas formas, muchos
no asimilan que la nueva realidad está llena de mujeres que no sienten la
necesidad de ser mantenidas. Porque, fruto de su trabajo, pueden darse todos
sus gustos y proveer sus propias necesidades. Y eso está bien.
El problema surge cuando algunos
hombres se "intimidan" porque su pareja gana más que ellos. O porque
tiene un carro mejor que el suyo. O porque ha estudiado y se ha llenado de
títulos. Cuando ella compra el apartamento que quiso o consigue el ascenso que
merecía. Y, por todas esas razones, ella se siente orgullosa, poderosa y habla
de sus logros sin miedo, porque ha obtenido todo eso con su propio esfuerzo.
El verdadero problema comienza
cuando tú, como hombre, te comparas con ella. Cuando te sientes menos y, en
lugar de estar feliz por sus logros y apoyarla, te conviertes en un lastre
lleno de críticas. Criticas lo que compra, lo que gasta, todo lo que hace con
el dinero que ella se gana sola.
¿No sería mejor sentirse
orgulloso de la mujer valiosa que tienes a tu lado? Esa que muchos quisieran
tener, pero solo tú tuviste la dicha de encontrar. Esa mujer que quiere que
ambos salgan adelante y construyan un hogar, un negocio, una familia. Pero no,
tú solo sientes miedo, frustración e incluso envidia. Y esa sí que jamás la vas
a admitir, porque estás perdiendo el control de ese "macho proveedor"
que la sociedad te adjudicó.
Parafraseando una canción, te
pregunto: ¿Por qué lo que un día te gustó de ella, hoy te provoca amargura? No
diré que llanto, pero sí molestias. Al principio te parece perfecto que la
mujer que elegiste ambiciosa fuera, emprendedora, berraca (y
sí, se escribe con B, no con V, antes de que alguien venga a corregirme).
Entonces, ¿quién te dijo que una mujer así solo te necesita para que la
mantengas?
Ya pensaste que ella también
necesita amor, atención, respeto, cuidado, protección y apoyo. Necesita ser tu
igual, no tu competencia. Recuerda que en la creación, el que estaba solo era
Adán. Y en vista de que necesitaba compañía, Dios, al verlo aburrido, decidió
darle a Eva como compañera, a partir de su propia costilla. Que luego Eva
incitara al pobrecito Adán a pecar, y lo hicieran juntos, es otra historia.
Así que, señores, dejen la
inseguridad. Somos iguales.
Llegando al epilogo…
Vivimos en una sociedad
machista, y lo curioso es que lo es, en gran parte, gracias a las
mismas mujeres. O mejor dicho, por ese amplio porcentaje que, desde
hace mil años, aprendió a vivir y respirar solo cuando se casó, rejuntó o
emparentó con quien, por costumbre, se convertiría en su "pariente
cercano". Y es esa misma sociedad, liderada por mujeres, la que te juzga
por no cumplir con el estereotipo que se inventaron las abuelas. Un estereotipo
que desestima el rol de la mujer moderna y la discrimina por atreverse a pensar
diferente.
He sido discriminada por muchos
motivos y en más ocasiones de las que puedo contar. Detalles que rayan en lo
ridículo, que sobrepasan cualquier lógica. Pero, ¡por Diossss! ¿Cuándo
entenderán esas mujeres que algunas nacimos para vivir la vida bajo nuestras
propias reglas y no las que nos inculcaron?
¿Cuándo dejarán los hombres de
pensar que nos creemos la Mujer Maravilla solo porque hacemos lo que nos
proponemos? Sí, es cierto, somos multitask. Tenemos esa capacidad de hacer
varias cosas al mismo tiempo y que todas salgan bien. Pero no por eso tienen
que atropellarnos por nuestras virtudes. Se supone que uno cuestiona los
defectos, no las cualidades.
Y por cierto, les recuerdo que
la Mujer Maravilla es una heroína, no una villana. Y ustedes tampoco tienen las
dotes de Superman como para andar criticándonos y pretendiendo ser competencia.
Incluso esos dos superhéroes son un equipo.
Como falta mucho para terminar
este tema, la segunda parte de este post la publicaré en una semana. Tengo
claro que cuando escribo me extiendo demasiado, y he recibido sugerencias
valiosas para no aburrir ni cansar a mis lectores con párrafos tan largos e
historias interminables.
Ale
Acosta.
Contadora
Pública de profesión, Twittera por vocación y ahora escritora de mis
propias historias como método terapéutico.
Descargo de responsabilidad: Las historias narradas en este
post se basan en experiencias reales. Aunque he presentado estos relatos desde
mi perspectiva, la interpretación de los hechos puede variar. No tengo la
intención de emitir juicios sobre las personas involucradas; cualquier opinión
expresada aquí es exclusivamente mía. Las situaciones descritas son ejemplos de
vivencias personales y no buscan generalizar ni representar la realidad de
todas las mujeres o todos los hombres en circunstancias similares. La intención
es provocar reflexión y diálogo, no establecer verdades absolutas.
Tema complejo. Y que tiene muchos matices. Pero que en la actualidad es manejado con astucia por los progres para generar más caos y división en la sociedad con la llamada igual de género y derechos que se inventan a diario. La mejor forma de las mujeres reivindican el feminismo es logar todo aquello que se proponen desde su propia forma. Si en ella está no casarse está bien. Pero si lo considera y entiende que esto no es in obstáculo mejor. Pero aquí juega in papel importante el respeto por esos logros y su forma de ser. Pero se dice que el género más violento de la naturaleza es la mujer. Se tiran con todo en vez de apoyarse. Bueno tema con muchas espinas.
ResponderBorrarComo es costumbre buen tema buen escrito Ale Acosta
Ale felicitaciones por tu escrito tema difícil pero describes y desnudas la realidad progre y feminista
ResponderBorrarAsí es Ale ni culpa tienen nuestros padres...en mi casa fuimos una familia numerosa..las mujeres a los quehaceres del hogar y los hombres a los trabajos materiales,pero poco a poco las mujeres se han ido empoderando a lo que estoy muy de acuerdo
ResponderBorrarAle felicitaciones..lo leí sin saltarme nada...🌹🤗 Y es la triste y cruda realidad de esta sociedad plagada de gente sin sentido común.
ResponderBorrarAle, me gustó tu escrito que es un resumen de como debería pensar y actuar todo ser humano, para sentir, satisfacción, libertad, realización; tomé la frase..."muchos no asimilan que la nueva realidad está llena de mujeres que no sienten la necesidad de ser mantenidas; porque fruto de su trabajo se pueden dar todos sus gustos y proveer todas sus necesidades, eso no está mal" ¡Felicitaciones!
ResponderBorrarMi Ale hermosa. Que gran escrito. Ejemplo para que muchas mujeres entiendan que tienen los mismos derechos y oportunidades que los hombres, incluso que hasta las hay mejor preparadas. Te quiero mucho.
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